Giordano Bruno, El sello de los sellos / La antigüedad llamó a este tipo de amor, progenitor de toda pasión, aplicación y práctica (y que es ambivalente por el motivo antes mencionado) «gran demonio». Si te lo ganas con habilidad, sin duda para ti no será nada difícil. Y así, como conviene, hemos explicado de dónde, gracias por así decirlo a una técnica casi por arte, se puede lograr no sólo la memoria de las cosas, sino también la verdad y la sabiduría humana universal ...


1. Aquel espíritu divino que nunca residió en las mentes sórdidas, me sugirió esto entre el resto de cosas: hacer comprender en primer lugar a ti, que dudas y estás inflamado por el tema, este principio, esto es, que debes honrar como Dios primero y más cercano, magnificarlo como soberano, invocar como numen y mirar como luz la misma entidad por la cual eres excitado exteriormente e incitado interiormente. 
2. Recuerda que en cada actividad humana deben existir tres elementos: en primer lugar las acciones individuales deben ser meditadas con sabiduría antes de ser llevadas a cabo; en segundo lugar deben ser cumplidas a tiempo y con prontitud; en tercer lugar, lo que ha sido meditado y cumplido debe ser conservado y defendido con valor. 
3. Por eso la antigüedad transmite que tres dioses presiden todas las actividades: Palas, Vulcano y Marte, Ésta es, por así decirlo, una trinidad de dioses «creadora», la cual siempre ayuda a Júpiter, sumo arquitecto del mundo, de modo que, tal y como toda la trinidad asiste a Júpiter, así del mismo modo Vulcano y Marte ayudan a Palas. 
4. De estos tres soberanos en el arte divino, vernos tres reflejos también en la naturaleza: el reflejo de Palas es el orden con el cual está dispuesto el mundo, el de Vulcano es el veloz progreso y la aceleración decidida como a punto de dar a luz, el de Marte es la estructura que se transmite de quien genera a quien es generado. 
5. Así las cosas individuales de una fuente perenne 1) surgen, 2) nacen, 3) mientras retornan a su origen, refluyen al mismo punto, y es decir: 1) nacen, 2) adolecen, 3) alcanzan su cumplimiento; de donde el mismo proceso «principio, medio y fin», que Orfeo definió. 
6. La necesidad —por la cual el hombre, bajo presión, desea e intenta aferrar, como se dice, las alas de la aurora— te empuja a este desafío y a este intento, puesto que así lo quiere Júpiter, que a las difíciles condiciones de vida ha añadido una necesidad persistente, a fin de que el ingenio humano [texto no recuperado] no se anquilose ni muera su fuerza vital. 
7. Recuerda que Prometeo no plació a los dioses pues, difundiendo sus tesoros, parecía empujar al género humano a un entorpecimiento, o porque hizo común para dignos e indignos, sin distinción, un bien extraordinario. 
8. Ten siempre contigo el sabor de un poco de este néctar saludable, con el cual, una vez hayas purificado los letárgicos humores del río Leteo, obtendrás sin lugar a dudas, la vida celeste con los dioses celestes; proseguirás al supraceleste después por círculos super-celestiales, desde donde contemplarás debajo de ti a Carnéades, Cineas y Metrodoro, que yacen con el rostro atónito y que no están ya en lo alto. 
9. Aunque tú reconozcas el tiempo pitagórico, el más difícil e insensato de todos (pues por medio él todas las cosas son erradicadas del olvido), no rechazarás tampoco el tiempo de Simónides, (gracias al cual se investiga, se aprende y se encuentra cada cosa, lo que se ha olvidado vuelve a aclararse y lo que ha sido truncado torna de nuevo a germinar). 
10. La naturaleza ha asignado alas exquisitas a todos según su necesidad, pero son en verdad poquísimos quienes saben desplegarías para surcar y batir aquel aire que invita y se presta a ser batido para volar no menos de cuanto parece oponerse a ser surcado: de hecho, después de que lo hayas removido surcándolo con esfuerzo, él, agradecido, te impulsará adelante sosteniéndote. 
11. Se presentan ante nosotros cosas, signos, imágenes, espectros o fantasmas. Los elementos de diferenciación de éstos son lo odioso, es decir, lo deforme y lo malvado; lo deseable, es decir, lo bello y lo bueno, y las combinaciones entre dos o tres de estos elementos: amable-bueno, odioso-deforme, y de igual modo lo fácil de comprender, es decir, lo sensible por abstracción, ni excesivo ni carente, y lo difícil de comprender, es decir lo sensible inferior o que excede la norma, y por su naturaleza perfectamente comprensible (pero sin abstracción). 
12. La naturaleza proporciona estos elementos de mediación: el sentido, la concupiscencia, el intelecto y la voluntad, de los cuales se originan el ver, el tocar en general, el imaginar, el pensar, y sobre todo el recordar, el reflexionar y el comprender, donde nace, según lo recordado, aquello que normalmente viene denominado intelecto «que comprende» o «en potencia». A estos elementos se une la formación, cuyos tipos son: la opinión en general, la duda, el escrúpulo, el ligamen, la confianza y la seducción en general —que excita el placer, la ambición, la curiosidad y la confianza— y por así decirlo el «exceso», que impulsa a la abominación, al terror y al horror. A continuación, todo esto produce, por una parte la elección y el rechazo, y por otra el asentimiento y la disensión. 
13. Entre estos procedimientos existe el simple aprehender o «concepción primera», la numeración, la medida, el peso, la división, la distribución, la distinción, el orden, la definición, la representación, el argumento y comprensión, que es la segunda «concepción simple», y —así complace llamarla—, raciocinio. 
14. Acordadas estas premisas por nuestra parte, y por la tuya entendidas como deben ser entendidas, es preciso reflexionar atentamente sobre ellas: entre los elementos que existen por naturaleza y de los cuales podemos fácilmente volvernos contempladores, en primer lugar preexisten en la mente del primer creador las ideas —sobre cuyo modelo se producen todos los géneros y todas las especies— y seguidamente, a partir de ellas, emergen a la luz según ciertas sucesiones los elementos indivisibles, que presentan una especie íntegra por su incorruptibilidad o se subsiguen y multiplican en la materia con una cierta sucesión y distribución. Yo sostengo que estos elementos de la primera mente son comunicados al primer intelecto, y apareciendo gracias a él en el orden natural (después de que en cierto modo habían preexistido en el arquetipo infinito) se incluyen dentro de cierto confín, y de este modo, existen en la naturaleza. 
15. Entonces a través de los sentidos, casi como si fueran puertas, se convierten en elementos físicos a partir de los metafísicos, de físicos se convierten en racionales y quedan preparados para ser analizados por los sentidos más internos del hombre, donde para perpetuarse recurren a facultades más inmateriales. 
16. Y así desde el mundo supremo, que es fuente de las ideas y donde se dice que esté Dios o que se dice esté en Dios, se desciende al mundo ideado, que se dice haya sido creado a través del primero y por el primero, y de éste se alcanza aquel mundo que es contemplativo de los dos precedentes y que, como desciende del primero a través del segundo, así conocerá al primero vía el segundo. De aquí deriva, con un recorrido por así decir circular, un salto del primero al tercero, y un retorno del tercero al primero, o —si se prefiere— girando la perspectiva, del primero al tercero hay un descenso, del tercero al primero hay una ascensión a través del intermedio. 
17. Cuán admirable será tu obra, si sigues la obra de ambas naturalezas; si, sin embargo, te comportas con estulticia y erróneamente, al contrario, te llenarás de una confusísima calígine, que llaman sombra de muerte. De este modo sin embargo podrás concebir y dar a luz con la memoria y con el intelecto la estructura y la concatenación del mundo triple, con lo que en él está contenido. Como habrás expuesto el útero mismo y la admirable matriz a la luz que se propaga de noche o de mañana, de medianoche o de mediodía, así, yéndole al encuentro la recibirás. 
18. No es preciso pues dejar de lado el hecho de que, tal como ocurre con los sentidos y sus órganos de manera natural, las potencias y los actos se reconducen a un único centro, donde deben adornar el cercano atrio de la fantasía con formas que entran en la habitación de la memoria a través del triclinio del pensamiento; de modo semejante, para aquel que desea recordar a su placer vale la pena emprender la vía en el mismo orden. Por todo esto, ciertas cosas vistas y oídas mil veces te escapan en el momento menos oportuno, y otras con las cuales los sentidos han tenido contacto una sola vez y de modo superficial, cuando están destinadas a durar por toda la eternidad, se apoderan de los íntimos recesos de la memoria; éstas, absorbidas por la misma fantasía, han sido asimiladas a través del pensamiento, mientras aquéllas o no han podido expulsar la distracción a las puertas o igualmente han eliminado un elemento extraño sin interés alguno. 
19. En consecuencia y no por error Sócrates llamó al olvido una suerte de «falta de sentido»; si después con el mismo razonamiento y memorablemente, hubiera llamado también «falta de sentido» a la semilla arrojada y no concebida por la memoria, en verdad habría explicado un concepto más profundo. 
20. Si por tanto la fantasía no hubiese llamado lo bastante enérgicamente con apariencias sensibles, el pensamiento no abrirá, y si este «pensamiento-ujier» tampoco abre, la madre de las Musas, indignada, no le recibirá 
21. Excitan, en fin, las cosas que, con la ayuda del discurso, de la reflexión y de una fuerte fantasía, mueven la pasión, y por las cuales apasionándonos, despreciando, amando, odiando, sintiendo dolor o alegría, admirando y recurriendo a la balanza de los sentidos, recibimos una impresión de las imágenes del fervor, del desprecio, del amor, del odio, del dolor, de la alegría, de la admiración y de la investigación, y del aspecto de la cosa a recordar. Por otra parte las imágenes más fuertes y más vehementes, casi, por consecuencia lógica, se imprimen con más fuerza y vehemencia. 
22. Si no obstante ocurriera que tu naturaleza o la de la cosa a concebir no presentase estas características, que la industriosidad estimule las pasiones. En este ámbito el ejercicio abre el camino no sólo a las costumbres mejores y peores sino también a la inteligencia y (por cuanto puede avenir a través del hombre) a la actividad de todas las facultades según la capacidad del individuo. Esto se confirma por el hecho de que los pueblos y gentes más portadas a la libídine y a la ira son las más activas; y entre éstas consideras sobre todo impías aquellas que odian y aman intensamente, mientras si se dirigen a donde les conduce el amor y el fervor divino las consideras bastante religiosas: y aquí puedes reconocer cómo el mismo principio material sea igualmente cercano a la suma virtud y cómo al vicio. 
23. La antigüedad llamó a este tipo de amor, progenitor de toda pasión, aplicación y práctica (y que es ambivalente por el motivo antes mencionado) «gran demonio». Si te lo ganas con habilidad, sin duda para ti no será nada difícil. Y así, como conviene, hemos explicado de dónde, gracias por así decirlo a una técnica casi por arte, se puede lograr no sólo la memoria de las cosas, sino también la verdad y la sabiduría humana universal.

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